Cooperativa invierte fuerte en la obtención de “licencia social”

Aunque es una impronta en la que trabajan las grandes compañías como estrategia para posicionarse a nivel nacional o global, las empresas que tienen maps arraigo territorial empezaron a advertir que la consideración de sus prácticas medioambientales tienen  ya mucho peso en las comunidades donde operan, hecho que las obligó a poner manos a la obra.

Algo así le sucede a la Cooperativa Agrícola Guillermo Lehmann, referente entre las firmas de base social con fuerte arraigo en el centro norte santafesino y una de las entidades con mayor peso productivo en la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA). Al margen de las inversiones en infraestructura que de hecho fueron frenando en el segundo semestre del año pasado producto del impacto de la sequía y a la espera de la reactivación de la cadena luego de una cosecha gruesa con mejores rindes, la organización ha invertido en la medición de huellas ambientales de todos sus procesos. No se trata de un desembolso menor, más por el contrario entienden que ya es vital el hecho de certificar una “licencia social”. Se trata de un sello que nada tiene que ver con un documento validado institucionalmente.

“Lo que nosotros decimos que es licencia social hace referencia al permiso no escrito que te da la comunidad para que vos puedas hacer tu actividad con los menores cuestionamientos en torno al impacto ambiental de tu práctica y que a la menor objeción uno pueda ofrecer argumentos fácticos sobre si una acción es o no contaminante”, sintetizó Gonzalo Turri, director ejecutivo de la cooperativa, en contacto con Punto biz.

“Por un lado trabajamos en convenios con distintas casas de estudio. Hablamos de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con quienes avanzamos en torno a la medición de huellas ambientales. Los relevamientos alcanzan a los tambos, la parte agrícola y la elaboración de los balanceados que ponemos a disposición de los productores. La idea es que en lo que queda del 2024 podamos finalizar un relevamiento exhaustivo de las operaciones con el impacto en el entorno. Si bien entendemos que hoy no es indispensable, comprendemos que el futuro poder exhibir cómo una organización en el interior opera con una fuerte reducción de huella será medular para garantizar el respaldo de la comunidad”, indicó el ejecutivo.

De acuerdo al criterio de Turri, “lo que hay que demostrar es que en el centro del país se produce con los estándares de calidad más exigentes y para eso van rumbeadas inversiones fundamentales”.

En esa línea, la cooperativa viene ampliando su parque de reserva forestal. “La primera habilitada es un predio de 5 hectáreas donde tenemos 4.600 ejemplares de eucaliptus y estamos definiendo una segunda sección: Todo va en sintonía con el hecho de poder informar antes que los vecinos lo requieran, respecto de cómo se produce, en qué condiciones y bajo qué pautas ambientales”, sumó.

“La Lehmann, como conocen todos a la cooperativa en el centro santafesino, viene de terminar la capacidad de acopio que tienen en Rafaela y en Pilar, donde se incrementó en total un 15% el almacenamiento. Después de eso la compañía decidió frenar el ritmo de inversiones en sus establecimientos dado el parate que dignificó la cosecha magra del año pasado por la falta de humedad.